Y otra
vez... 3 razones para leer. En esta oportunidad se trata de otro de mis libros
favoritos, y una de las historias que a comienzo de este año empezó a captar
miles de fanáticos (además de los que ya tenía!) debido a su adaptación
cinematográfica. La primera vez que
escuché de esta historia fue cuando vi el tráiler de la película (una trama
como esta no podía pasar desapercibida para mí), pero cuando una amiga me dijo
que existían libros de los Juegos del Hambre me di cuenta que tenía que leerlos
de todas maneras, y así comenzó todo.
El primer
libro de la saga “Los Juegos del Hambre” nos cuenta la historia de una chica
llamada Katniss Everdeen que vive en el Distrito 12 de un país llamado Panem,
en un futuro algo así como pos-apocalíptico, en el que los sistemas de gobierno
normales han desaparecido y el mundo se rige de manera diferente. En Panem se
“celebran” anualmente los conocidos Juegos del Hambre, donde dos chicos (un
chico y una chica) provenientes de los doce diferentes distritos entran a una
competencia a muerte, donde solo uno de ellos podrá salir vivo. Katniss se verá
incluida en el juego por cosas del destino y tendrá que hallar la manera de
sobrevivir a costa de todo.
Mis tres
razones para leerlo son:
1. La historia es atrapante: Una vez que
comienzas a leer el libro simplemente no puedes parar. La trama te guía hacia
momentos cada vez más emocionantes que te hacen querer saber si Katniss logrará
sobrevivir o no.
2. El libro es mejor que la película: Si ya han
visto la película se darán cuenta que no tiene punto de comparación con el
libro. Simplemente no hay manera de reflejar la historia en una hora y media de
imágenes. Dejen que su imaginación les de otro enfoque de Panem o de cómo
realmente Katniss vivió los Juegos del Hambre.
3. Ser capaz de no entrar en el juego:
Explicando esto (ß) voy a
escoger a mi personaje favorito del libro Peeta Mellark y una de sus
conversaciones con Katniss.
--No sé cómo expresarlo bien. Es que...
quiero morir siendo yo mismo. ¿Tiene sentido? --pregunta, y yo sacudo la
cabeza. ¿Cómo va a morir siendo otra persona?--. No quiero que me cambien ahí
fuera, que me conviertan en una especie de monstruo, porque yo no soy así. --Me
muerdo el labio, sintiéndome inferior. Mientras yo cavilaba sobre la existencia
de árboles, Peeta le daba vueltas a cómo mantener su identidad, su esencia.
--¿Quieres decir que no matarás a nadie? --le
pregunto.
--No. Cuando llegue el momento estoy seguro
de que mataré como todos los demás. No puedo rendirme sin luchar. Pero desearía
poder encontrar una forma de... de demostrarle al Capitolio que no le
pertenezco, que soy algo más que una pieza de sus juegos.
--Es que no eres más que eso, ninguno lo
somos. Así funcionan los juegos.
--Vale, pero, dentro de ese esquema, tú
sigues siendo tú y yo sigo siendo yo --insiste--. ¿No lo ves?
--Un poco. Aunque..., sin ánimo de ofender,
¿a quién le importa, Peeta?
--A mí. Quiero decir, ¿qué otra cosa me
podría preocupar en estos momentos? --me pregunta, enfadado. Me mira a los ojos
con sus penetrantes ojos azules, exigiendo una respuesta.
--Preocúpate por lo que dijo Haymitch
--respondo, dando un paso atrás--. Por seguir vivo.
¿Qué les parece? Si alguien se viera
sumergido en los Juegos del Hambre probablemente solo pensaría en sobrevivir
como Katniss, pero nunca se pondría a pensar que siempre es posible no dejarse
llevar por el juego. Creo que es una gran lección para aplicar en la vida, para
aprender a no dejarse llevar por la corriente o lo que otros piensan, para
seguir siendo uno mismo.
Cinthya